Quizás sientas que te estoy presionando a tomar acción…¿Pero sabes?

 

 La presión JAMÁS es mala. La presión es la razón por la cual existimos y evolucionamos.

Sigue leyendo, que al final te diré el por qué de esto. Primero necesito contarte esta parte de mi historia para que el resto tenga sentido.

En 2003 ingresé por primera vez a formarme en temas de espiritualidad. Cuatro años después, ya era Reikista nivel III. Comencé a manejar grupos de meditación e inicié un proceso bastante cercano con la energía lunar, despertando mi amor infinito por la esencia femenina.

Pero algo sucedía en mí: pese a que estaba rodeada de conocimiento, experiencia y maestros muy valiosos, sentí en algún punto, que mi personalidad no respondía a lo que uno espera del trabajo espiritual…

pues mis actitudes frente al apego, los celos, las enfermedades, y tantos sucesos de infelicidad, me daba a entender que esto del trabajo personal no iba a transformar de manera profunda mis limitaciones.

Eso me hacía pensar que todas las herramientas que ya manejaba hacía años, era algo etéreo, que no eran visibles en este mundo terrenal, a menos que estuviese meditando toooodo el día.

Siempre vi el ejercicio del mundo interior como muy demandante, y que al final el aplicar todo eso debía ser un “sometimiento”, como obligando a mi mente y mis emociones a “encajar” en un estereotipo de espiritualidad, pues en este punto, yo ya era considerada una alumna avanzada a los ojos de mis mentores.

Y eso era más un halago, era una carga.

Llegó el día en que estallé, y huí de ese mundo, alejándome de mí misma. Quise olvidarme de todo trabajo interior.

Y eso fue HORRIBLE. El sentimiento de estar perdida fue inmenso. Sin mencionar los dolores físicos y los desastres emocionales.

Ahora seguro que estás pensando, «esto no me ayuda a iniciar este programa contigo…»

y no me extraña.

Unos años después, cuando encontré el límite de mi desconexión con la vida, encontré a Marco, y se convirtió en el mentor más coherente que haya visto.

En nuestro primer encuentro estuvimos horas trabajando, llegando a canalizar a varios seres de la Divinidad, quienes me hicieron esta pregunta: “¿te vas a comprometer POR FIN contigo misma?” Yo miré a Marco, y sentí una confianza inexplicable para responder con un rotundo: “Sí”.

No sabía de qué me estaban hablando, pero la paz que había en ese momento me daba a entender que iba a iniciar un camino importante. Fue un ataque de lucidez.

Desde ese día comencé mi proceso de sanar y activar mi energía sexual, aspecto que nunca había trabajado antes. Un trabajo dedicado a conocerme de manera integral, cosa que jamás había hecho.

Esto me permitió encarnar la plenitud, sin demandas, sin esfuerzos… Y no estoy diciendo que aquello fue un acto de magia, como chasquear los dedos. No, nada de eso. Cuando digo “sin esfuerzos”, me refiero a que todas esas virtudes de la espiritualidad, ahora fluían conmigo de manera NATURAL, ¡y cada día más!

Comencé a relacionarme de manera profunda con la esencia femenina presente en la energía sexual …y las afecciones físicas desaparecieron en respuesta al trabajo interior.

Incluso el sexo, que había sido mi talón de Aquiles, comenzó a traerme estados de placer y disfrute que no había experimentado antes.

La sensación de libertad, de estar llena, de habitar en mí sin requerir de nada ni de nadie más…fue asombrosa.

¿Y eso cómo ocurrió? Pues invirtiendo tiempo y dinero en formaciones  acerca de este mundo de la energía sexual, y experimentando cada cosa en mí para ser la fiel cara de la transformación.

¿Y sabes qué?

LO CONSEGUÍ.

Reuní a los mejores mentores, estudié, experimenté, me perdí, regresé, me fortalecí, seguí aprendiendo…hasta que estructuré un método que resume todos estos años de sanar y activar mi energía sexual.

Después poco a poco llegaron los talleres con mujeres decididas a transformar su realidad.

Y hoy quiero decirte que sanar no es nada fácil ni económico. Requiere voluntad, mucha voluntad, para invertir tiempo y dinero. Y no hablo de horas ni de millones. Pero a todas nos cuesta sacar 30 minutos al día y algo de dinero para nosotras.

Y me parece hermoso que sea así, porque sentirnos presionadas es algo que nos va a mover del lugar cómodo, pero infeliz donde estamos.

Y ahora sí:  La presión JAMAS es mala. La presión es la razón por la cual existimos y evolucionamos. Porque la presión es lo que impulsa al movimiento, y el movimiento es vida en sí mismo.

👉 El diamante necesita la enorme presión de la tierra para poder emerger.

👉 La presión es lo que hace que nuestra sangre fluya por nuestras venas…¿o no tienes presión sanguínea?

👉 Sin la presión atmosférica no podríamos vivir en este planeta.

👉 La presión es la causa de nuevos rumbos, nuevas decisiones. Y eso es lo que hacemos desde que somos homínidos para EVOLUCIONAR.

¿Lo ves ahora?

Por eso, sé que todas necesitamos sentir la presión, y…

¡para eso estoy yo aquí!

Y lo sé, porque a mí también me ocurrió.

Si las condiciones de vida no me hubiesen presionado a moverme…si no me hubiese sentido “entre la espada y la pared”… si la desconexión no hubiese estado ahí para ayudarme a evolucionar…

¡Esta versión mejorada de mí no existiría!

Y quiero que lo veas porque…

En tus manos tienes la oportunidad de ser esa mujer que va encontrar el disfrute, el amor propio y la abundancia y que además puede expandir esa oportunidada otras. Porque tengo un gran atajo para lograrlo, y quiero llevarte hacía ahí.

👉 Porque el lunes se se irá la promoción de preventa para acceder al proceso personal más completo y profundo que puedas vivir con tu energía sexual, e incluso ayudar a otras en este camino.En tus manos tienes la oportunidad de ser esa mujer que va encontrar la plenitud sexual, emocional y energética en seis semanas. Porque tengo un gran atajo para lograrlo, y quiero llevarte hacía ahí.

Mañana se cierran las inscripciones al proceso personal más completo y profundo que puedas vivir con tu energía sexual.

QUEDAN MENOS DE 48 HORAS PARA EL CIERRE DE INSCRIPCIONES

¡Vamos! ¡No te conformes! En ti hay MUCHO MÁS… Y es REAL, porque lo vas a vivir en carne propia!

Un beso grande.

 
  ¡Te veo al otro lado!

  Caro.